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2007/12/21 05:30:00 GMT+1

Dios proveerá

No sé si os tengo contado que soy tirando a hipocondríaco.

Bueno, en realidad no sé si lo soy. Sólo lo supongo. Si supiera qué es lo que la mayoría de los demás entendéis por molestias de las que no vale la pena ocuparse, trataría de no ocuparme de algunas de las molestias que suelo sentir, pero no es fácil entrar en la subjetividad ajena, y menos aún promediarla.

El caso es que esta madrugada, a eso de las 3, me he despertado sobresaltado por una bronca que se había montado en mi calle, con gran alboroto de insultos masculinos y chillidos femeninos (perdón por la descripción sexista: era así).

Según estaba planteándome si valía la pena levantarme para ver qué diablos pasaba, he notado algo de dolor en las articulaciones y un cierto malestar general. “¿Estaré incubando una gripe?”, me he preguntado.

Lo cual me ha producido un intenso sudor frío. Pero no causado por la hipotética gripe incipiente, sino por la conciencia que me ha entrado de lo radical, profunda y espantosamente inconveniente que me resultaría caer enfermo en este punto y hora. Porque hago recuento de los asuntos que figuran en mi agenda y constato que, de aquí hasta el viernes que viene, tengo obligaciones familiares y deberes profesionales que me van a reclamar, entre otras cosas estupendas, conducir unos 2.000 kilómetros de carretera (parte de ellos por zonas posiblemente nevadas), leerme varios cientos de páginas ajenas y escribir un buen puñado de páginas propias. Todo lo cual con salida de etapa prevista hoy mismo por la mañana, así acabe de escribir la columna del sábado de Público y ponga fin a la tertulia del programa Boulevard, de Radio Euskadi, que ha recurrido a mis servicios para cubrir bajas ajenas.

Me he levantado. Para esas alturas, lo único que quedaba de la bronca de la calle eran media docena de vecinos asomados a sus ventanas.

He estado un buen rato reflexionando sobre lo ridículos que podemos ser cuando hablamos de eso que solemos llamar “compromisos insoslayables”.

He tenido en el pasado reciente varias muestras muy expresivas de cómo se soslayan, cuando no hay vuelta de hoja, todos los compromisos insoslayables.

Y ahí podríais haber visto, al final de esa reflexión, a un ateo impenitente, mirando los dígitos de un termómetro y diciéndose con un suspiro: “En fin, Dios proveerá”.

Y poniéndose a escribir.

Escrito por: ortiz.2007/12/21 05:30:00 GMT+1
Etiquetas: jor 2007 apuntes | Permalink | Comentarios (3) | Referencias (0)

Comentarios

¡Mravilloso!: Ortiz cree en la providencia divina... No es tan agnóstico. Aunque, bien pensado, ¿la frase no es una frase hecha? Sí, e indica que lo que sea sonará... Aunque la frase "Dios proveerá", en castellano, se correspondería con la que, en su lengua, emitió Abraham, cuando decidido a sacrificar a su hijo Isaac por orden divina, caminan hacia el lugar sagrado e Isaac le pregunta por el animal sacrificable... En ese contexto Abraham exclama "Dios proveerá, hijo mío". O algo parecido... Curioso y divertido.

Escrito por: Antonio Gil.2007/12/21 11:48:35.704000 GMT+1

Dios es esperanza.....

si le quitan al mundo Dios ¿Qué queda?

Por este sencillo razonamiento,al dolor le queda la esperanza

de la felicidad....

 

 

Escrito por: alejandro.2008/07/06 19:04:25.220000 GMT+2
domalejandroainciburu.blogspot.com

!!!Dios Mío!!!;!!No nos abandones!!

Escrito por: azor.2009/11/22 21:28:30.394000 GMT+1

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