Películas de Estreno



LA COMEDIA DE LA INOCENCIA
Un niño con dos madres







FICHA TÉCNICA
Título Original: Comédie de l’innocence
Francia. 2000. 104 min.
Director: Raoul Ruiz
Guión: Raoul Ruiz, Françoise Dumas
Intérpretes: Isabelle Huppert, Jéanne Balibar, Charles Berling, Nils Hugon Edith Scob, Denia Podalydes, Laure de Clermont-Tonnerre




                  La comedia de la inocencia es la última película del director chileno-francés Raoul Ruiz –se exilió de Chile con la llegada de Pinochet y desde entonces vive en Francia donde, incluso, adaptó su nombre de pila. Su nueva obra es una adaptación libre de la novela El hijo de dos madres, de Massimo Bontempelli. La película arranca en el día del noveno cumpleaños de un niño de una familia burguesa. Un niño consentido, que maneja a la perfección una minúscula cámara de vídeo con la que graba todo lo que le rodea. Un niño que prácticamente no ve a su padre, que se pasa el día vigilado por la niñera mientras su madre se ocupa de otras cosas. En la comida el chaval le pregunta a su madre dónde estaba ella cuando él nació. Esa impertinente pregunta es pronto olvidada por la madre, pero días después su hijo le anuncia que nunca más volverá a llamarla mamá y que quiere que lo lleve a casa de su verdadera madre.
                  Puede parecer un argumento convencional, poco original y machacado por las películas televisivas de la sobremesa pero no lo es. La historia va mucho más allá y se convierte en un juego de manipulación constante y una intriga que te atrapa y te inquieta. Se trata de una película de género fantástico pero que en ningún momento recurre a fantasmas o seres de ultratumba para crear ese ambiente tenso y de suspense que consigue agobiar al espectador. Para eso sobran los seres humanos. Raoul Ruiz ha hecho con La comedia de la inocencia una admirable película. Porque para que la historia te enganche, te interese, te intrigue y te angustie hace falta crear un ambiente tenso, real y plagado de pistas falsas. Y nada rompe ese ambiente. La forma en que la cámara recorre el enorme caserón antiguo donde transcurre casi toda la acción, mostrando esculturas y cuadros con referencias explícitas –genial es la hecha a Salomón– es fascinante. La música lo envuelve todo de forma magistral y te estremece todavía más. Y, lo más importante, unas interpretaciones para quitarse el sombrero. Con Isabelle Huppert, que sólo ella llena la pantalla, la veterana Edith Scob en un secundario excelente o un niño (Nils Hugon) que habla como un adulto con una solvencia que muchos ya quisiéramos. Maldita comedia, maldita inocencia, la de este niño que te mantiene en vilo hasta un redondo y acertado final con trasfondo sociológico para la reflexión.


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