Películas estrenadas en el primer semestre de 2001



CHOCOLAT
Empalagosa película, estupenda Binoche





FICHA TÉCNICA
Título Original: Chocolat
E.U.A. 2000. 121 min.
Director: Lasse Hallström
Guión: Robert Nelson Jacobs
Intérpretes: Juliette Binoche, Judi Dench, Alfred Molina, Lena Olin, Johnny Depp, Carrie-Anne Moss, Lesli Caron, Victoire Thivisol



                  Chocolat es un cuento dulce, a veces empalagoso, de una hermosa mujer y su obediente hija que se trasladan en plena Cuaresma a un pequeño pueblo francés, donde todo se rige en torno a la iglesia y la tranquilidad que ésta da a todos sus ciudadanos. No se le ocurre otra cosa a esta encantadora mujer que poner una chocolatería donde los fieles pueden caer en la tentación de comerse un ofensivo y delicioso bombón, de saborear una caliente y maligna taza de chocolate, o de probar un esponjoso y demoníaco pastel en esta época de ayunos y abstinencias. La osadía de esta madre soltera será contestada con contundencia por un hipócrita conde-alcalde que no sabe en quién descargar su rabia por el reciente abandono de su valiente mujer. Esta historia de buenos y malos tiene momentos maravillosos gracias a esa hembra llamada Juliette Binoche que, con su dulce belleza y esa mirada que enamora a cualquier mortal, llena la pantalla y hace que te sobre todo lo demás. La película arranca magistralmente, mantiene el ritmo durante la primera parte, pero lo va perdiendo a pasos agigantados, hasta que el cuento se te atraganta y deseas que acabe cuanto antes, con o sin final feliz. Sólo el magnífico trabajo de las actrices, la triste y hermosa historia de una abuela, adicta al chocolate y a la insulina, que se desvive por su nieto al que su viuda e infeliz hija prohibe ver, y la envolvente música logran mantener el tipo hasta el final. Hallström se queda a mitad con este bonito relato en el que incluye piratas, canguros, fantasías y un constante alegato en contra de tradiciones que se basan en la intolerancia y en privar a las personas de vivir a su manera su propia existencia. Ha creado un personaje que eclipsa a la película con su fuerza y su ternura, como ya le pasó con Michael Caine y ese médico abortista adicto al éter en Las normas de la casa de la Sidra, pero que está rodeado de un artificial, pesado y recurrente relato, que no para de girar en torno a sí mismo, y que deja en pasable una historia que, de otra forma, podía haber dado mucho más de sí.


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