Diario de un resentido social

Semana del 11 al 17 de junio de 2001

 

La patera alemana

 

Amplio reportaje en El Mundo que revela la preocupación de las autoridades españolas porque el número de inmigrantes procedentes del Este europeo supera ya ampliamente a los llegados de allende el Estrecho. Y porque no hay manera de controlar su llegada: desde la firma del Tratado de Schengen sobre libre circulación de los ciudadano dentro del ámbito de la UE, nadie patrulla por los puestos fronterizos que salpican la cordillera pirenaica.

El Mundo da a entender que se trata de inmigrantes ilegales, que penetraron subrepticiamente en el territorio comunitario a través de Alemania, Austria, Francia e Italia. No tiene razón. Ésos son los menos. La mayoría entró por la puerta grande.

Desde hace ya su buena década, Alemania viene desarrollando una intensa labor destinada a convertir el conjunto del Este europeo en  una especie de protectorado suyo. Nada de lo ocurrido desde entonces en el conjunto de los países comprendidos entre la UE y Rusia –incluidas las sucesivas guerras balcánicas– tiene sentido si se desconsidera el factor alemán.

El deseo de Bonn –de Berlín ahora– de asentar las bases económicas de esa penetración le llevó a abrir sus puertas de par en par a la emigración del Este. Alemania acogió a decenas, a cientos de miles de polacos, rumanos, búlgaros, húngaros, ex yugoslavos... Le sirvieron para establecer cabezas de puente en los países de procedencia.

Ahora ese trabajo ya ha concluido. Alemania ya es el Gran Patrón de la Europa del Este, a la que pugna por introducir en la UE a modo de guardia pretoriana. Pero su mercado de trabajo no puede absorber toda la mano de obra que ha ido atrayendo a lo largo de estos años, más por razones políticas que económicas. De modo que la empuja hacia el Sur.

España, que es uno de los Estados europeos con un índice de inmigración más bajo, se ha convertido en uno de sus objetivos predilectos.

Vengo hablando de ese fenómeno desde hace años, anunciando que acabaría por convertirse en un problema de dificilísimo control. No lo hacía ni por videncia ni por clarividencia, sino por simple observación desprejuiciada de los datos objetivos: estaba ocurriendo, no había modo de ponerle freno, ergo iría a más. Impepinable.

Las autoridades españolas vienen alarmándose ante el creciente flujo migratorio del Estrecho. Me temo que son víctimas de un reflejo racista. Les asusta ver tanto moreno. No cuentan con que España es, para muchos marroquíes y subsaharianos, un punto de mero tránsito. Su objetivo está al otro lado del Pirineo. En tanto que los que vienen del Este –muchos de ellos, eso sí, te tez blanquísima– vienen para quedarse. Fuera de todo control, pero con papeles. Algunos, incluso, sin la menor intención de trabajar: por cada marroquí o subsahariano que encontréis dedicado a la mendicidad, yo os mostraré diez búlgaros, y veinte rumanos. La razón es sencillísima: de África nos llega la gente más emprendedora, más culta y más echada para delante; de algunos países del Este europeo, la más marginal, más apática y más inculta.

Pero la culpa no es suya. Son meros juguetes rotos de la estrategia expansiva alemana. Y España, su ocasional trastero.

  

(17-VI-2001)

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Cooperación internacional antiterrorista

 

La semana que concluye ha aportado dos éxitos importantes del Gobierno de Aznar en materia de cooperación internacional para la lucha contra ETA.

El presidente en persona ha conseguido que George W. Bush le prometa un mayor respaldo de los EEUU en ese terreno.

En aplicación del principio «que cada uno aporte lo que sepa», el apoyo del jefe de la Casa Blanca podría concretarse en la deportación a EEUU de los terroristas vascos más peligrosos: Bush se encargaría de que, en cuanto pisaran suelo norteamericano, fueran juzgados, condenados a muerte y ejecutados.

Segundo éxito: Rajoy ha conseguido que los ministros del Interior del área mediterránea, reunidos en Valencia, suscriban un convenio de colaboración total en la persecución del terrorismo.

Entre los ministros que han llegado a ese acuerdo está el titular argelino de la cartera de Interior.

No consta que la tinta roja de su estilográfica fuera sangre de los manifestantes bereberes que la Policía y el Ejército de su Gobierno están masacrando día sí día también.

Tampoco consta que Rajoy haya dicho ni una palabra en contra de la barbarie de las huestes de Buteflika.

Esto mejora: Aznar ha conseguido incorporar a su causa a un Estado homicida y a otro asesino.

  

(16-VI-2001)

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¿Todo es lo mismo?

 

Según cuenta el ministro del Interior, Mariano Rajoy, dos de los detenidos en la última operación anti-ETA eran responsables comarcales de la organización ilegalizada Ekin. Apoyándose tanto en eso como en el hecho de que la Policía ha encontrado en el interior de una Herriko Taberna diverso material pirotécnico, del tipo del usado habitualmente en acciones de kale borroka, Rajoy afirmó ayer:  «Lo cual demuestra lo que hemos dicho tantas veces: que ETA, Ekin, Haika y las Herriko Tabernas son lo mismo; diferentes nombres de lo mismo».

Pocas horas después, el presidente del Gobierno, de viaje por Noruega, completó la idea, por si alguien no hubiera captado en qué dirección había apuntado su vicepresidente primero: «El entorno de ETA es el que es. De eso no me cabe la menor duda. Otra cosa es que luego haya jueces que consideren que no hay pruebas».

La bicha del uno y el otro –y de tantos más– es, obviamente, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, a la que le están lloviendo los chorreos en razón de sus resoluciones contrarias a los autos de procesamiento dictados por Baltasar Garzón. Éste procesa a tirios y troyanos de la izquierda abertzale basándose en la doctrina gubernamental de que «todo es lo mismo»... y la Sala anula una y otra vez sus decisiones recordándole que, conforme a Derecho, todo no será lo mismo hasta que se demuestre que todo es lo mismo.

Se trata de un asunto delicado, en el que conviene no dejarse arrastrar por el mal llamado sentido común. Nadie les discute a Aznar, Rajoy y Garzón que Ekin, Haika y los responsables de las Herriko Tabernas persiguen los mismos objetivos que ETA. Pero ningún objetivo político es en sí mismo delictivo. Lo que la Ley condena son los medios de los que se sirven ETA y sus cómplices para avanzar en pos de esos objetivos. Para procesar a un separatista vasco no basta con saber que es separatista vasco. Ni siquiera basta con determinar que simpatiza con ETA. Hay que contar con indicios racionales de que ha recurrido a medios ilegales. E, incluso cuando está claro que lo ha hecho, hay que fijar en qué medida. Porque el Código Penal distingue en este campo varios tipos de delito, cada uno condenado con su correspondiente pena. No todo individuo involucrado en un acto de terrorismo ha de ser procesado necesariamente por pertenencia a banda armada: también puede ser acusado de colaborar con ella o de actuar a su servicio, o de provocar, conspirar o proponer la comisión de alguno de sus actos delictivos, etcétera.

Dicho en pocas palabras: no todo es lo mismo.

Rajoy se apoya en que dos de los detenidos en la madrugada de ayer eran jefes locales de Ekin. El argumento podría esgrimirse en una charla de barra de café, pero no pinta nada en un auto judicial. Ni siquiera en las declaraciones de un ministro. Por las mismas cabría decir que, puesto que casi todos los principales responsables de los GAL resultaron ser destacados militantes del PSOE, GAL y PSOE eran «todo lo mismo» y que, en consecuencia, el PSOE debería haber sido ilegalizado y todos sus dirigentes –incluido el ex diputado Garzón– procesados.

No descarguen su incapacidad probatoria sobre los hombros de jueces que lo único que pretenden es atenerse a la Ley, aún a costa de ganarse la misma impopularidad que me gano yo escribiendo estas cosas.

  

(15-VI-2001)

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El Gobierno de Salomón

 

Por razones que no hacen al caso –o que sería prolijo relatar, que viene a ser lo mismo–, dediqué ayer un buen puñado de horas a la lectura de la Biblia. Me ratifiqué en la idea de que sus libros contienen textos magníficos, de una más que notable altura literaria. El Apocalipsis, en particular, es impresionante. Tengo el convencimiento de que su autor, fuera San Juan o San Pito Pato, escribió esa maravilla surrealista bajo los efectos de algún alucinógeno. Tiene todas las trazas.

El respeto y la consideración literaria que me merecen los autores del libro sagrado no impiden, no obstante, que su lectura a veces me mueva a la risa, e incluso a la franca carcajada. El Dios del Viejo Testamento era –es– un personaje de armas tomar, dicho sea en el sentido más literal de la expresión: belicoso, cascarrabias, vengativo. La mar de desagradable. Y los héroes de la cosa, de un sui generis que tira de espaldas.

Copio a continuación, para ilustrar sobre cómo eran los hijos predilectos de Yahvé, la composición del Gobierno del muy sabio y alabado Salomón, tal como aparece relatada en el Libro Primero de los Reyes, 4.1-4.6:

«El rey Salomón era rey de todo Israel. Éstos eran sus ministros:

Azarías, hijo de Sadoc, sacerdote.

Elihaf y Ajías, hijos de Serayas, secretarios.

Josafat, hijo de Ajilud, heraldo.

Benaías, hijo de Joadá, jefe del ejército.

Sadoc y Abiatar, sacerdotes.

Azarías, hijo de Natán, jefe de gobernadores.

Zabud, hijo de Natán, amigo del rey.

Ajisar, mayordomo de la casa real.

Eliab, hijo de Joab, jefe del ejército.

Adonirán, hijo de Abdá, supervisor de trabajos forzados».

No me extraña nada que el actual Estado de Israel sea como es, si se mira en semejante espejo.

«...Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible... Somete pueblos a nuestro yugo, naciones pone a nuestros pies...» (Libro de los Salmos, Salmo 47, versículos 3 y 4).

  

(14-VI-2001)

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Fungairiño y Garzón

 

«¡No, si todavía, según tú, tampoco Pepe Rei debería ser acusado de señalar a ETA sus objetivos!», me espetaba hace unos días, indignado, un influyente periodista al que reproché que no pare de repetir que las críticas de Arzalluz a algunos medios de prensa ponen a los profesionales de esos medios en el disparadero. Yo había tratado de hacerle ver que, según su criterio, los periodistas pueden poner a caldo a Arzalluz, pero él no tiene derecho a defenderse.

«A ETA le importa un bledo lo que Arzalluz critique o deje de criticar. Arzalluz hablaba muy bien de Ernest Lluch, y ya ves», le respondí. «Tampoco necesita de las informaciones de Pepe Rei para perpetrar sus atentados. De hecho, ETA ha demostrado varias veces que maneja información bastante más precisa que la publicada por Ardi Beltza».

Bueno, parece que ese punto de vista mío tampoco era tan disparatado: al menos, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional lo comparte. Ayer decidió poner en libertad a Pepe Rei al no ver que exista el menor indicio de que ETA se haya servido jamás de sus informaciones para llevar a cabo ningún crimen. Garzón se había montado un caso –otro caso más– basado exclusivamente en concomitancias político-ideológicas, sin sustento material alguno. Para acusar a alguien de colaborar con una banda armada –no digamos ya de pertenecer a ella–, no basta con demostrar sus coincidencias en filias y en fobias: hace falta probar que trabaja de hecho a su servicio. Se necesita aportar datos concretos que confirmen la conexión: reuniones, mensajes, órdenes, documentos... Y de eso Garzón no tenía nada de nada.

La alegría jurídica con la que algunos integrantes de la Audiencia Nacional afrontan la lucha contra el terrorismo ha quedado una vez más patente tras la iniciativa de Fungairiño de querellarse contra Gara por la entrevista con dos miembros de ETA que el diario abertzale publicó la pasada semana. Según el fiscal-jefe de la Audiencia, Gara es responsable subsidiaria de lo dicho por los representantes de la organización terrorista.

De la precipitada frivolidad de la acusación da cuenta el hecho de que la querella de Fungairiño equivoca incluso el nombre del director –de la directora, en este caso– del diario. ¡Ni siquiera se repasó el staff!

Si el entusiasta fiscal valedor de Pinochet tuviera memoria, se acordaría de que ésta no es la primera entrevista con ETA que aparece en un medio informativo. Hace algunos meses, la radiotelevisión pública vasca difundió otra. Y la BBC británica, otra más.

Hay precedentes que se pierden en la noche de los tiempos: recuérdese que Pedro J. Ramírez publicó en Diario 16, cuando era director de ese periódico, una larga entrevista con dirigentes de ETA, realizada en Argel. Nadie le procesó, ni directa ni subsidiariamente, por el contenido delictivo de las afirmaciones de los terroristas de las que él se hizo público eco.

La verdad es que tanto Garzón como Fungairiño ganarían bastantes enteros si, además de beligerancia, demostraran tener un poco de rigor jurídico.

  

(13-VI-2001)

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Mensaje en una Botella

 

El Mundo lo considera noticia de primera página: Ana Botella, señora de Aznar, ha publicado una selección de cuentos infantiles, a cada uno de los cuales le ha añadido un apunte a modo de moraleja. Con tan fausto motivo, el periódico en cuestión incluyó ayer en sus páginas de política una larga entrevista en la que la nueva autora hizo declaraciones de gran trascendencia. Así, por ejemplo, dejó sentado que, «cuando llegue el momento, Rato sabrá lo que tiene que hacer, y lo hará», lo cual resulta extraordinariamente clarificador, sobre todo para los muchos que nos temíamos que, «cuando llegue el momento», Rato sabrá lo que tiene que hacer, pero no lo hará.

Me cuentan que, en una de las numerosas comparecencias radiofónicas que prodigó ayer la señora Botella, alguien le preguntó si ella, como experta en la materia, cree que los cuentos infantiles tienen ideología. A lo que nuestra estudiosa contestó con alegre y desenfadada rotundidad: «¿Ideología? ¡Qué va! Los cuentos para niños no tienen ninguna ideología.»

Tócate las narices. Decenas de sesudos trabajos académicos destinados a desentrañar el hondo calado ideológico de las obras de Perrault, Andersen, los Grimm y consortes –por no hablar del inefable Disney– y llega esta buena señora y se carga todo ese esfuerzo intelectual de un plumazo, como si no pasara de ser una mera ocurrencia extravagante.

Eso sin contar con que no hay ningún producto intelectual sobre la faz de la tierra que esté desprovisto de ideología, por la muy simple razón de que no hay autor que carezca de un modo de ver las cosas. Podrán existir ideologías más o menos inocuas –no es el caso–, pero lo que no cabe en modo alguno es la ausencia de toda ideología.

¿No tendrán estas gentes nadie que les asesore, así sea sólo para evitar que hagan el ridículo? O, subsidiariamente, ¿no cabría convencerles de que se dediquen a lo suyo, sin mayores pretensiones?

 

(12-VI-2001)

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La Real

 

Admito los límites de mis conocimientos en materia futbolística. Para mí, es un insondable misterio por qué la Real Sociedad de San Sebastián, equipo que se pasó las tres primeras cuartas partes de la Liga haciendo el más espantoso de los ridículos por el fondo de la clasificación, se transformó de golpe y porrazo en el Ave Fénix, renació de sus cenizas y remontó el vuelo hasta situarse en el centro de la tabla.

No desdeño la importancia que pudo tener en su momento la labor destructiva de Javier Clemente como entrenador. Clemente es un perfecto botarate, capaz de desorganizar al más pintado. Resultó premonitoria su decisión de contratar a un portero nórdico. Llevar porteros foráneos a Guipúzcoa es como tratar de asentar en Jabugo una empresa importadora de jamones. De jamones malos, además.

También se lució recolectando por esos mundos de Dios jugadores de ignotas virtudes. Hubo de llegar el galés Toshak para descubrir que la propia Real tenía cedidos a equipos inferiores futbolistas mucho más valiosos, que han realizado un espléndido final de Liga.   

Pero me cuesta creer que un entrenador, por pésimo que sea –Clemente lo es–, se muestre capaz de conseguir que un equipo de jugadores relativamente buenos se desenvuelvan tan erráticamente por los campos como lo hicieron los de la Real durante el otoño y el invierno, encajando goleadas de insuperable bochorno. El Rekarte que ayer se cabalgó todo el campo de San Mamés, desde la defensa hasta el área contraria, obteniendo un penalti como recompensa, ¿es el mismo que a comienzos de Liga no acertaba a hacer ni un puñetero despeje en condiciones? El De Pedro que hace sólo seis meses evidenciaba estar para el arrastre, ¿era el mismo De Pedro que ayer se fajó como un fiera y coló un balón por la escuadra al Athlétic? ¿Tiene algo que ver la Real que ayer ganó 1-3 en San Mamés con la que perdió 0-2 en Anoeta ante el mismo rival? Los jugadores parecían los mismos; el equipo, otro totalmente diferente.

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Ignoro por qué motivo los futbolistas del Athlétic de Bilbao, que no se jugaban nada de nada en el encuentro de ayer –nada de nada conocido, quiero decir–, lucharon contra la Real como si les fuera la vida en ello. Confío en que lo hicieran por razones diferentes a las primeras que se me ocurren. El hecho, en todo caso, es que, de haber logrado su empeño, habrían comprometido no sólo la posición de la Real, sino también, y aún más gravemente, la de Osasuna. Lo cual no deja de tener su aquél en un club que lleva el nombre de Bilbao, pero que está compuesto en lo fundamental por guipuzcoanos y por navarros.

El próximo domingo, la Real, que ya no se juega nada, se enfrenta a Osasuna, que si vence en Anoeta todavía puede salvarse y permanecer en Primera División.

Espero que la Real se porte.

No pido que los jugadores realistas se dejen ganar. Basta, sencillamente, que se tomen el partido de manera relajada.

Y que nadie me venga con la tontería de que eso sería adulterar la competición. La competición está ya adulterada a más no poder por la compra-venta de partidos, si es que no de árbitros. Frente a la realidad de tanto maletín circulante, un poco de solidaridad territorial no sólo no afearía, sino que incluso ennoblecería la competición.

 

(11-VI-2001)

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