Diario de un resentido social

Semana del 30 de abril al 6 de mayo de 2001

 

 

Sondeos

 

Festival de sondeos. Naturalmente, no coinciden. A veces, ni en lo más elemental: mientras Abc se distancia de los demás pronosticando que el PNV tendrá menos votos que en las anteriores elecciones, Diario 16 lo hace augurando que PP y PSOE se quedarán lejos de la mayoría que necesitan para gobernar conjuntamente.

Los sondeos se neutralizan entre sí. Contar con muchos sondeos divergentes es lo mismo que no tener ninguno.Alguien –algún ingenuo– puede sentir la tentación de creerse lo que predice éste o aquél; vistos en su conjunto, en cambio, la desconfianza es de rigor.

Pero, si sus vaticinios electorales tienen un aire más que sospechoso, no digamos ya cuando se empeñan en ofrecernos presuntos retratos sociales. El sondeo de El Mundo afirma categórico que sólo el 17,9% de los vascos alienta criterios independentistas. El de El Correo Español, en cambio, eleva el porcentaje al 28%. ¡Una diferencia del 10%! Y eso, en un terreno en el que es imposible excusarse apelando a los problemas con los que tropieza la demoscopia en Euskadi: quien da tal o cual respuesta a un entrevistador no contesta la contraria a otro.

En resumen: que, tras la media docena de sondeos que hay sobre la mesa, seguimos igual que estábamos antes de su publicación. O sea, sin tener ni idea.

Sobre lo que tal vez sí sepamos algo más es sobre lo que cada periódico desea que suceda.

 

 (6-V-2001)

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Todo es distinto

 

Me piden de EL MUNDO que responda a la pregunta: «¿Cree Vd. que el PNV volvería a colaborar

con EH si ganase las elecciones?Ésta ha sido mi respuesta:

 

Cuando se habla de «el espíritu de Lizarra», se olvida a menudo –casi siempre deliberadamente– que la declaración de Lizarra proclamaba la necesidad de mantener las reivindicaciones soberanistas dentro de los estrictos límites de la acción política. Aquel consenso implicó un rechazo explícito de las vías violentas de lucha.

EH suscribió la proclama, y la tregua de ETA pareció corroborar la apuesta de los dirigentes del MLNV por esa nueva perspectiva, ajena a la violencia.

Fue en esas condiciones y sobre esos supuestos como se llegó al acuerdo parlamentario que permitió el acceso de Ibarretxe a la Lehendakaritza.

La realidad actual es radicalmente diferente. ETA ha vuelto a las de siempre –es decir, a matar– y la dirección de EH ha roto con la opción pacífica suscrita en Lizarra. Así las cosas, un pacto del PNV con EH no sería una reedición del que inició la anterior legislatura vasca, sino otro de bases prácticamente antitéticas.

A estos efectos, tanto da, en mi criterio, que el hipotético triunfo electoral del PNV sea mayor o menor. Si PP y PSOE obtienen conjuntamente el próximo día 13 los escaños necesarios para conformar una mayoría suficiente, Ibarretxe no tendrá por qué plantearse ningún acuerdo con nadie: pasará a la oposición, y asunto concluido. De no ser así, intentará, lógicamente, propiciar un acuerdo de Gobierno con el PSOE vasco. Pero, si no lo logra, estoy convencido de que dejará a Mayor Oreja y a Redondo la papeleta de tratar de gobernar apoyándose en el absentismo parlamentario de EH.

No doy por hecho que el PNV descarta la opción de pactar con EH sólo por razones de principio. También porque sabe que meterse por esa vía sería tanto como volver al infierno en el que ha vivido durante los últimos meses. Y por supuesto que quiere gobernar, pero no a cualquier precio.

 

 (5-V-2001)

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Fraga

 

Dice Fraga que el euskara es una lengua «prehistórica, digna de un museo».

El euskara es una lengua viva. Para que pasara a ser una lengua muerta, habría que matarla. ¿Estaría pensando en eso? No lo descartemos: recuérdese que trabajó con mucho entusiasmo para un régimen que hizo lo posible por acabar con el euskara por la vía más rápida posible.

De todos modos, y a nada que hubiera pensado antes de hablar, hasta él podría haber comprendido que su afirmación es absurda: no se puede guardar en un museo algo que carece de materialidad. ¿Se imaginan ustedes que están visitando un museo de Roma y el guía les dice: «Y aquí, frente a ustedes, el latín»?

El problema que representa Fraga no es Fraga. Fraga siempre ha dicho –y hecho– cosas así de desabridas. Los muchos estudios que ha realizado a lo largo de su muy prolongada existencia no han logrado reconducir hacia extremos razonables su carácter sanguíneo e intolerante, tópicamente carpetovetónico. En cuanto se rasca un poco en su superficie institucional –y a menudo sin necesidad de rascar nada–, asoma la fiera que lleva dentro.

El problema no es Fraga, ya digo. El problema es que, siendo él así –con los antecedentes, incluso luctuosos, que tiene acumulados; estando todo el mundo al cabo de la calle de lo que es capaz de decir o de hacer en cualquier momento–, haya un partido supuestamente centrado que lo mantenga como presidente de honor y lo respalde una y otra vez en sus ambiciones de poder perpetuo. En ese sentido, el problema es el PP.

Reciente está el triste sino del diputado andaluz que se permitió hacer una broma racista creyendo que hablaba en privado. Su bobada, al lado de la afirmación de Fraga –hecha perfectamente en serio, y con luz y taquígrafos–, resulta una niñería. Como candidato a lehendakari, Mayor Oreja debería reclamar la inmediata dimisión de Fraga por lo que sólo puede ser interpretado como un desprecio para el conjunto del pueblo vasco. Ni la ha pedido ni la pedirá. No sólo porque tiene un respeto reverencial de hondas raíces freudianas hacia el ex ministro de Franco, sino también porque sabe que es representativo de una parte nada desdeñable de las bases de su propio partido. De esas bases que festejaron su primera victoria electoral al grito de «¡Pujol, enano, habla en castellano!».

Si en España no surge una fuerza que articule la extrema derecha y le proporcione una expresión parlamentaria, es porque el propio PP se encarga de representarla a través de tótems como Fraga.

La vieja España no es tan vieja: sigue entre nosotros. De no ser así, sería Fraga mismo el que estaría en un museo: el de los horrores.

 

(4-V-2001)

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Prensa con partido

 

En algunos países –en los EUA, muy particularmente– es relativamente normal que los medios de comunicación tomen partido a la hora de las elecciones. Me refiero a los medios de comunicación de capital privado, claro está. En las vísperas de la votación, publican un editorial en el que llaman a sus electores a votar a tal partido o a tal otro y explican en qué fundamentan su opción.

No me parece mal. Si tienen una opción, es preferible que lo reconozcan.

En España no existe esa tradición. Aquí la costumbre es que tanto los medios de comunicación, a título editorial, como los periodistas que trabajan en ellos, a título particular, se abstengan de pronunciarse explícitamente a favor de una u otra candidatura. Es algo que, a decir verdad,  ha venido resultando notablemente hipócrita, porque todo el mundo sabe de qué pie cojean muchos medios, pero así se ha venido haciendo.

Me pregunto si tendrán el remango de pretender neutralidad también en esta ocasión, con respecto a las elecciones vascas. Porque sería de traca. La mayoría están haciendo campaña activa en favor de Mayor Oreja, limitándose a dar cancha a Nicolás Redondo sólo en la medida en que coincide con las posiciones de Mayor y lanzando severas admoniciones al PSOE cada vez que trata de desmarcarse del PP. Al PNV lo sacan del peor ángulo posible, a EB-IU la vapulean inmisericordemente y de EH casi ni informan. Lo cual vale también –si es que no sobre todo– para los medios de titularidad pública, cuyo sectarismo ya ha sido denunciado por la propia Junta Electoral.

Eso en cuanto a los medios, en tanto que tales. Lo de los periodistas con firma, para que hablar ya. Muchos de ellos no van con el carné de partido en la boca sólo porque eso les impediría cantar las excelencias del ex ministro del Interior y denostar la intrínseca maldad de los nacionalistas y los anguitistas.

Yo nunca he pedido el voto para nadie, entre otras cosas porque doy por hecho que la gente que me toma en consideración es lo suficientemente madura como para pensar por su cuenta y no precisar de orientación ajena.

Como mucho, alguna vez he comentado a quién creo que no se debe votar. Pero en este caso incluso eso me parece superfluo.

 

(3-V-2001)

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Víctimas del terrorismo

 

La noche de Las Palmas es plácida y suavemente cálida. Invita a la conversación pausada.

Comparto larga sobremesa con un grupo de amigos, canarios y peninsulares.

-Me da pena Savater -me comenta un vizcaíno, experto en sartenes y cazuelas, que lleva ya años instalado en la isla.

-¿Por qué? -le pregunto.

-Porque es una víctima del terrorismo -replica.

No me inmuto. Estoy acostumbrado a oír de todo.

-No sabía que hubiera sufrido ningún atentado -comento, por decir algo, sin ánimo de polemizar.

-No, si no hablo de eso -se explica el vizcaíno-. Me refiero a que el terrorismo le ha alterado las entendederas. Lo ha fanatizado. Es una víctima del terrorismo.

No conozco lo suficiente a Savater como para pronunciarme al respecto. Le he visto últimamente en muchos telediarios dando voces por la calle e increpando. Ignoro si en otros tiempos fue persona de natural más calmo.

Pero, dejando de lado al filósofo que algunos comparan ahora con Sartre -tal vez porque han olvidado que Sartre jamás se puso del lado del poder establecido, con razón o sin ella-, me vale la reflexión. Y no necesariamente en términos peyorativos.

Demasiada gente está siendo víctima del terrorismo en ese sentido. Del mismo modo que hay fumadores pasivos que padecen afecciones derivadas del tabaco sin haber fumado nunca, existen víctimas del terrorismo que nunca han sufrido un atentado. Me da que casi todos los vascos padecemos ese síndrome, con una u otra visceralidad, con más o menos capacidad de sublimación y más o menos apego a la cordura.

Comentaba también ayer en otro foro, horas antes, un sondeo según el cual un tercio del electorado vasco admite que siente miedo. Dije que me produce incredulidad ese 60% que, según el sondeo en cuestión, no se muestra temeroso. Alguien me objetó: «Esos son los abertzales radicales amigos de EH».

¿El 60%? No sé; mucho amigo de EH me parece eso.

No, no me lo creo. Tengo el convencimiento de que, para estas alturas, la práctica totalidad de la ciudadanía vasca siente algún tipo de miedo. Hay demasiada gente que asusta: no sólo los que disparan y ponen bombas -ésos te quitan el miedo por la vía rápida en cuanto te descuidas: malditos sean-, sino también los que apabullan y descalifican, y los que van por la vida con un permanente «o conmigo o contra mí», y los que dan con la puerta en las narices -incluidas las puertas laborales- a quienes no les bailan el agua.

Con tanto victimario, ¿quién no es víctima? Los propios victimarios son también víctimas de sí mismos.

 

(2-V-2001)

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Eva Sannum

Gran polémica sobre la novia del príncipe Felipe de Borbón, la modela Eva Sannum. ¿Puede/debe el heredero de la Corona casarse con una moza que no tiene sangre azul y cuyas tetas gozan, al parecer, de gran reputación –yo no las he visto, así que no juzgo– en tanto que anunciadora de sujetadores?

Yo soy partidario. Me gustaría que se casara con ella. Por gustarme, me gustaría que se casara con ella y que a continuación se descubriera que con quien se entiende en realidad Eva Sannum es con el rey, porque el verdadero amor del príncipe Felipe es Alberto de Mónaco.

En la tradición democrática española, ningún partido gana realmente las elecciones: es el que está el que las pierde. Puede que la única vía de victoria posible para la República pase porque la Monarquía se hunda sola.

Si Eva Sannum puede contribuir a ese hundimiento, bienvenida sea.

 

(1-V-2001)

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¿También Anguita?

Julio Anguita ha pasado 48 horas en Euskadi y se ha vuelto para Córdoba «asqueado», según su propia declaración. Dice que las técnicas de propaganda electoral desarrolladas por el PP y el PSOE son «como las de los nazis» y se muestra escandalizado por la «criminalización» que hacen de las posiciones de EB-IU. Según él, tratan a Madrazo «como si fuera cómplice de ETA». Me temo que Anguita no sabe que tanto el PP como bastantes de los dirigentes del PSE-PSOE –no todos– consideran que Madrazo es, efectivamente, cómplice de ETA. Actúan en consecuencia.

A Anguita le llenó de indignación el acto público que realizó anteayer en San Sebastián el colectivo ¡Basta ya! –Savater & Co.– en el que se atacó a Madrazo de mala manera sirviéndose para ello de la manipulación de unas imágenes cedidas por TVE. A mí, en cambio, lo sucedido en ese acto me pareció totalmente normal. ¡Basta ya! no es, para estas alturas, sino una de las muchas segundas marcas del PP, de las que Mayor Oreja se sirve para homenajearse sin parar a sí mismo. Se da cuenta de que quedaría un poco raro que se colgara medallas en la propia pechera, así que se las cuelga a los cabecillas de ¡Basta ya!, los cuales, acto seguido, lanzan discursos de agradecimiento en los que dicen lo mismo que diría Mayor Oreja si el homenajeado fuera él. RTVE puede, además, dedicar todos los minutos que haga falta al asunto sin contabilizaros en el cómputo del PP.

Ignoro si Anguita será consciente de ello, pero sus declaraciones van a tener un sólo efecto práctico: a partir de ahora, él será catalogado también como cómplice de ETA. Porque el actual pensamiento único español sólo admite la existencia de dos categorías: la de los españoles de bien, que aplauden a Mayor, y la de los cómplices de ETA.

Él se ha ido de Euskadi asqueado. Otros llevamos ya bastantes años asqueados.

 

(30-IV-2001)

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