Herederos de la sinrazón

Gorka se había levantado aquel día malhumorado. Pocas cosas le enojaban más que tener que acudir al hipermercado a llenar un par de carros y después desembarcarlos en el maletero del coche, subir dos docenas de bolsas hasta la quinta planta y terminar ubicando meticulosamente cada producto en el sitio adecuado. Lo de la meticulosidad era cosa de Ana. En realidad, todo era cosa de Ana. Gorka hubiera continuado durmiendo hasta las doce, pero el despertador inapelable de su esposa resultaba más efectivo que una diana militar.

       El plan se siguió a rajatabla, culminando con el empaquetado casi profesional de los muslos de pollo  de dos en dos, que no era sino el menú diario de la perra Sugar,  que completaba el trío “familiar” del domicilio.

       Cumplidos los deberes, Ana optó por dar un paseo con Sugar, mientras que Gorka prefirió  el avituallamiento en la taberna del Milikeras, un personaje, un verdadero personaje del barrio.

       Nada más atravesar la puerta del bar se encontró con Félix, un compañero de su época colegial. Félix era policía nacional; destinado durante varios años  en Salamanca, acababa de regresar al pueblo, según comentaba la gente, por algunos problemas. Parece ser que se le había ido  la mano con un detenido y había tenido que ser  su suegro, un alto mando del Cuerpo, quien tuviera que mediar y buscar una solución, llevándolo de vuelta a casa, a la pequeña localidad guipuzcoana, antaño tranquila.

       Las cosas habían cambiado mucho, especialmente en los últimos años.Gorka, sin ir más lejos, veía las cosas de una manera muy distinta. No era nacionalista, pero su amplitud de miras crecía a diario, casi tanto como su indignación con la situación general de su entorno.

       Félix se sorprendió al verlo, sonrió y se dirigió hacia él dispuesto a fundirse en un abrazo que Gorka no rehuyó.

-¿Cómo estás, campeón?

-Pues como siempre, aquí, tirando -respondió Gorka.

-¿Qué tal?, ¿te casaste, no? Joder, es que no aprendemos, Gorka, macho. Mira que hay antecedentes penosos, pero bueno. ¿Qué tal, tío? ¿Cómo te va la vida por aquí? Ahora podrás volver a aprender baloncesto de la mano del número uno. ¿Sabes que me quedo? Pedí el cambio. Estaba hasta los huevos de Salamanca. Un coñazo -continuó diciendo Félix,  mientras golpeaba con su puño derecho una y otra vez el brazo de Gorka en una actitud de confianza, de cariño.

Gorka sabía que el verdadero motivo de su vuelta al pueblo no era precisamente una solicitud voluntaria, pero comprendía que su viejo amigo no quisiera entrar con la verdad pegada en la frente. El pueblo se había convertido en un enjambre, en un volcán con distintos ríos de lava. Por un lado, el fuego de los nacionalistas radicales; por el otro, los poderes fácticos, los señoritos, las clases altas, los ricos del pueblo, con su legión de seguidores. Los enfrentamientos no se limitaban a las urnas; ni siquiera a la dialéctica, sino que se habían formado dos especies de bandos irreconciliables. Y en medio de aquel maremagno de odio se encontraba la gente como Gorka. No simpatizaba con las ideas ni de unos ni de  otros. Aunque él respetaba las ansias de separación de los independentistas, repudiaba la violencia como medio para conseguirla, lo que le convertía en enemigo precisamente de los violentos.

 En el pueblo se exigía la militancia. “No puedes andar con medas tintas”, le decían desde los extremos siempre que salía la conversación de marras. Y no se hablaba de otra cosa. Si acaso, de fútbol, pero desde hacía veinte años, los equipos vascos no rascaban bola, sólo daban disgustos, así que las charlas –que derivaban inevitablemente en broncas- versaban siempre sobre política.

       -Me alegro de que vuelvas- dijo Gorka, - ¿Y tú, te has casado?

       -Ahí va, la hostia, ¿es que no te enteraste? No me lo puedo creer. Estoy con Cristina. Tenemos un par de críos. Me separé, bueno... Lo de siempre, te equivocas de persona, te casas con una hijaputa... Pero rectifiqué; Cristina es la hostia, su padre es un jefazo, y me ha echado un cable para que me autorizaran la cosa ésta del cambio. Joder, macho, podemos quedar para comer mañana. Os invitamos en el Txontxu. ¿Sigue abierto, no?

-Sí, pero..- Gorka dudaba de la conveniencia de explicarle justo en ese momento cómo estaban las cosas, a qué sitios debía ir uno y a cuáles no-, ya hablaremos. Está la cosa un tanto rara con lo de la política, ya sabes. Donde va uno, no va el otro...

-No me jodas. Es que están echando leña al fuego, los muy hijos de puta. El Ibarretxe éste de los cojones –Félix elevó el volumen y echó un rápido y disimulado vistazo alrededor para saber quién le rodeaba- está armando un cisco de cojones.

-Mira, es mejor que hablemos de esto en otro sitio y en otro momento. La cosa no es tan sencilla. Verás...

-¿Qué pasa, es que no hay libertad aquí para hablar, es que vamos a andar con miedo? No me jodas, Gorka. Aquí hay que hablar sin miedo, que de eso se valen los cuatro cobardes y los cuatro hijoputas asesinos. Se valen del miedo, de los que se callan. Joder, que hay que plantarles cara. ¿Es que no viste al cabrón de Atutxa echando a Iturgaiz? ¿Es que eso es democracia? Si es que es para que les peguen dos tiros, joder.

-Yo no estoy de acuerdo.  

-¿Cómo que no estás de acuerdo? ¿Es que te parece que ellos pueden insultarnos y nosotros no les vamos a poder contestar?

-Es que yo no soy no de ni de unos ni de otros. Ni estoy de acuerdo con la política del PNV, ni me parece consecuente la actitud del PP en Euskadi, ni estoy de acuerdo con eso que has dicho de que le peguen dos tiros a nadie.

-¡Qué cojones! Es una forma de hablar, coño. No me jodas, Gorka. O estás con unos o estás con otros. O estás con la democracia, con la libertad, con el poder hablar y pasear por la calle sin guardaespaldas, o estás con los de la pistola, con los separatistas, con los asesinos de niños, con los del tiro en la nuca y la bomba en la casa cuartel.  

-Mira, Félix, vamos a dejarlo, porque no es el sitio...

-Que me toca los cojones lo del sitio. Que no tengo por qué callarme. Y además, que estamos en un puto país libre, y nadie me va a mandar callar.

-No es eso, coño, Félix. Es que no nos vamos a poner a discutir aquí nada después de diez años sin vernos, y además, que no vamos a arreglar nada. Yo tengo mi opinión y tú tienes la tuya.

-Pero ¿cuál es tu opinión, macho? Porque dices que no estás con unos ni con otros, pero luego te parece bien que el Atutxa eche a Iturgaiz del Parlamento.

-Yo no he dicho que me parezca bien. Pero creo que se pasó.

-¡Ah, se pasó! Joder, o sea, te llaman franquista, y tú no puedes llamarle etarra.

-No le llamó franquista, les dijo que eran los herederos legítimos del franquismo.

-Mira, Gorka, vamos a dejarlo. Mejor vamos a dejarlo. Es que me toca mucho los cojones la gente que no se moja, porque esto nos afecta a todos, joder. Lo de herederos es lo mismo que llamarles franquistas. Así que estos del PNV pues son etarras.

-No lo creo. Ni creo que haya una sola prueba o indicio. Sin embargo..

-¿Que no hay pruebas? Si quieren lo mismo, separarse, joder, Gorka, que es que es de cajón.

Sin embargo, te decía, es una realidad incontestable que el PP es el heredero del franquismo. Y es más, el rey Juan Carlos...

-No me toques los cojones, Gorka, por ahí no paso. Ten cuidado con lo que vas a decir. Que... un mínimo de respeto. Vamos a dejar al Rey en paz, eh. Vamos a dejarlo en paz. Que lo que hay que hacer es acabar con el terrorismo. Y dejar en paz al Rey. No me jodas, Gorka.

-Perdona, pero...

-.Que no, Gorka, que no. Que dejes en paz al Rey.

-Pero bueno, ¿qué pasa? ¿Es que no se puede hablar del Rey?

-Es que no sé qué cojones tiene que ver el tocino con la velocidad.. Estamos hablando de Atutxa, y tú sacas a relucir al Rey. Vamos a dejar al Rey.

-Perdona, pero yo no creo que me tengas que decir a quién tengo que dejar o no en paz. Y si no te importa, el Rey es el sucesor directo de Franco, que además fue quien decidió que él fuera precisamente su sucesor, y...

-Pero qué cojones estás diciendo. A cuento de qué viene eso. ¿Es que vamos a sacar a relucir otra vez lo de la guerra? Joder, que ya han pasado más de cincuenta años, la hostia. Es que no se puede estar siempre con lo mismo. Es que si en este país tenemos democracia es, entre otras cosas, gracias al Rey, coño.

-Mira, Félix, yo no saco a relucir la guerra, aunque habría mucho que hablar, pero ahí tienes al presidente fundador del PP, que fue ministro de Franco. Por poner sólo un ejemplo, aunque hay muchos más. O es que no te suenan muchos de los apellidos de los que nos gobernaron con Aznar.

-Macho, lo que no entiendo es que me digas que no estás con nadie. Se te ven los colores, se te ven los colores, macho. A la gente que hay en el Gobierno la vota la gente con plena libertad.

-Depende de lo que entiendas por libertad. Si ocultas las información, si la manipulas, si tergiversas las cosas y mantienes a la gente con una empanada mental de aúpa, no sé yo qué es eso de elegir libremente.

-Joder, macho, ¿está cuestionando la democracia?

-Yo no. Tú eras el que decías que había que darles dos tiros a no sé quién.

-Joder, cómo has cambiado, Gorka. No lo entiendo. Lo que me jode es que digas que no estás unos ni con otros. A mí me parece evidente que estás defendiendo la postura del PNV.

       -¿Del PNV? ¿Pero qué he dicho yo para que saques esa conclusión?

-Pues que si el Gobierno es franquista, que si el Rey...

-Yo no he dicho que el Gobierno sea franquista. Otra cosa es que piense que algunos de sus miembros eran simpatizantes, o llámalo cómo quieras, de sus doctrinas. Y yo no he dicho que el Rey sea franquista, a pesar de que jurara en su día los Principios Generales del Movimiento. Yo lo que he dicho es que fue designado sucesor de Franco por el propio Franco.

-Mira, Gorka, el PNV y ETA quieren los mismo, ¿verdad? Unos mueven el árbol, lo agitan, y los otros recogen los frutos. ¿Tú has escuchado alguna vez a Arzalluz criticando a ETA?

-Muchas.

-¡Vamos, hombre! Pero si le están haciendo el trabajo sucio.

-Yo creo que es mejor dejarlo, Félix. De verdad. Hacía mucho que no nos veíamos y es una tontería discutir ahora nada. Tú tienes tu opinión y yo tengo la mía. Soy un escéptico. Dudo de todos. Creo que todos llevan a cabo un discurso erróneo, pero también te digo que como alguien no lo remedie con un poco de cordura, aquí vamos a terminar muy mal. E Iturgaiz no representaba la cordura, y Mayor Oreja no representaba la cordura, y Acebes no representa la cordura...

-¿Y quién es cuerdo, Ibarretxte, Egibar, Arzalluz, Otegi? No me toques los cojones, Gorka, tío, que se te ven los colores, que no me digas que tú no estás con nadie. Joder, que Iturgaiz tiene que ir con la calle con dos guardaespaldas.

-¿Qué le hubiera pasado a Ibarretxe en aquella universidad de Granada aquel  día si se llega a presentar sin guardaespaldas?

-Esa fue la pena, que iba con guardaespaldas y no le pudieron dar dos hostias bien dadas. Probar de su caldo.

-O sea, que tú, Félix, estás de acuerdo con que hay que dar de hostias a los que piensan de forma distinta.

-Pero cojones, es que ETA  lleva más de treinta años matando a gente. ¿Es que hay que poner la otra mejilla, coño?

-Primero, Ibarretxe no forma parte de ETA. Segundo, me estás diciendo que tú estás a favor de acabar con el terrorismo como sea, utilizando el medio que sea, incluido el de  las dos hostias.

-Pues sí. Sí señor. Si por las buenas estos hijos de puta no se calman, habrá que hacer lo que se hace en todos los países. Mira la Thatcher, con dos cojones, a ver si los del IRA...

-Los del IRA han negociado, se han sentado en una mesa y han negociado. Y la Thatcher no puso remedio al conflicto con el IRA.

-Bueno, pues yo te digo que si se hiciera los del GAL, pero en condiciones, no la chapuza esa que hicieron los del PSOE de Felipe, otro gallo cantaría.

-O sea, que te pasas la Constitución y el Estado de Derecho por el forro...

-¿Qué dices? Pero si los que quieren joder la Constitución son los del PNV.

-Hombre, digo yo que el terrorismo de Estado tampoco es muy consecuente con los artículos de la Constitución.

-Claro, es que la Constitución está para echar mano de ella cuando nos conviene.

-No sé si ésa es la idea que se tiene de la Constitución, pero para mí no representa ninguna  Sagrada Escritura, ¿sabes? Creo que desde 1978 ya ha llovido. Ya ha llovido.

-Bueno, vamos a dejarlo, que llega la hora de comer, y , además, no vamos a arreglar nada. Pero, tío, se te ven los colores. De neutral, nada. De neutral, nada.

-Es que no sé a qué te refieres con lo de neutral. ¿Qué es ser neutral para ti?

-Pues está claro, Gorka. Que no estás con nadie. Pero, macho, a ti se te ven los colores, no me jodas. Que vengo de Salamanca, y allí se ven las cosas de otra manera. Se ven distintas. Aquí el que no está acojonao,  pasa del tema o es de Batasuna.

-¿Y dónde dices que estoy yo, entonces? ¿En los acojonaos, en los que pasan o en los de Batasuna?

-Pues tú sabrás, pero a mí me parece evidente que no estás con los que defienden la democracia. Estás ahí, como si se pudiera estar en tierra de nadie. Y eso es imposible cuando hablamos de libertad, de vidas humanas, del miedo con el que se levantan cada día un montón de vascos, que no saben si ése será su último día.

-¿Y tú,  qué, defendiste a hostias la democracia, se te fue la mano y ahora vienes a dar charlas morales a la gente a la que hace años que no ves?

El resto de la escena es mejor no describirlo. Afortunadamente, el Milikeras estuvo al quite y evitó que la cosa  fuera a mayores. Hoy aún, Gorka y Félix continúan sin hablarse. Y hay algo seguro: nunca volverán a hacerlo.

 

Para escribir al autor: Marat_44@yahoo.es

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