Coge tu bolsa azul

(más sobre IKEA y otras hierbas)

No sólo tengo lectores, lo cual es ya de por sí toda una hazaña, sino que además tengo lectores inteligentes y atentos, que de vez en cuando me hacen llegar enjundiosos comentarios acerca de mis escritos. Con ocasión de mis recientes reflexiones acerca de IKEA, me han llegado algunos correos la mar de interesantes, con variopintos contenidos, que merecen mi atención, y acaso la vuestra. Teniendo en cuenta que se refieren a aspectos a los que más o menos yo hacía alusión, pero que provienen -permitidme la vulgaridad- cada uno de su madre y de su padre, os plantearé los asuntos por apartados, empezando por

 

1.      1.      El asunto de los colores nacionales

 

Cristina, la “amiga medio sueca” a la que me refería en el artículo anterior, me ha explicado que en efecto los suecos adoran los colores nacionales (el amarillo y el azul), pero ella opina que más por un prurito estético que por afanes nacionalistas. Me recuerda, por otra parte, que la bandera sueca no arrastra las connotaciones políticas de la española, en el sentido de que su uso trae a la cabeza el que el régimen franquista hizo de ella. Su opinión es que IKEA utiliza la cultura sueca como reclamo publicitario, y que otras empresas suecas, como Hennes & Mauritz (H&M), que no han podido hacerlo por esa causa, la habrían utilizado del mismo modo.

 

2.      2.      El lenguaje

 

En cuanto al tuteo que se emplea en los conativos carteles que menudean por la tienda, y que a algunos nos resulta algo irritante, Cristina me advierte de que la intención de la multinacional es mostrarse amistosa con la clientela, sin más. Cito textualmente: “de [hacer] lo contrario, se consideraría un trato (...) distante hacia el comprador”.

Por otra parte, dejaba yo caer que me incomoda esa forma de emplear los pronombres posesivos (no exclusiva de esta empresa: “personaliza tu bebida”, pude leer en un cartel de un Starbuck Café situado justo enfrente de IKEA), y Manolo Gualda, un divertido onubense que tiene la bondad de escribirme de vez en cuando cariñosos emilios, ha resultado ser de mi opinión: he leído a instancias suyas un alocado artículo firmado por “el Vate Orate” (palabras tras las cuales me malicio que se esconde el propio Manolo), en el que el autor explica cuánta era su necesidad por poseer “un símbolo”, y cómo había resultado satisfecha dicha necesidad de la manera más tonta, véase: “Caminé sin esfuerzo, cediendo el paso a todos los vehículos. Mi carro de viandas, nuevo, reluciente, rodaba sin esfuerzo y yo daba gracias al cielo porque me hizo interpretar, por fin, correctamente el mensaje del gran cartel a la entrada del híper, junto a los carros: “PARA TU CARRO USA MONEDAS DE 0.50 €”. MI carro. Mío. Por una vez agradecí a los psicólogos del consumismo su estulticia. Ya soy poseedor de mi propiedad, de mi símbolo, de mi placer, de mi seguridad. Ahora esperaré los nuevos deseos con anhelante curiosidad. Y el pobre Manolo Escobar sin saber dónde está el suyo.” Divertido, ¿verdad?

 

3.      3.      El racismo

 

Es curioso, pero aunque yo no haya tratado el tema del presunto racismo en la sociedad sueca, algunos sí lo habéis hecho, tomando mi escrito por excusa. Lo cual os agradezco, porque reconozco que me interesa mucho. En efecto, parece lógico que cualquier sociedad que se crea mejor que el resto de las culturas tiene una tendencia a reafirmar la propia identidad frente a las injerencias externas. A veces, de manera violenta y despreciativa. Yo continúo lógicamente en la inopia en lo que a Escandinavia se refiere, pero por lo que he podido averiguar la violencia racista en Suecia es bastante menor que en otros países altamente desarrollados. María Zaloña, sin embargo, me ha escrito comentándome, entre otras cosas, que sus relaciones con IKEA nunca fueron buenas porque supo en su día de una denuncia que una central sindical de Cataluña hizo de la política de contratación de la multinacional, que rechazaría la contratación de “negros, moros, y supongo que personas de otras procedencias”. Lo cierto es que, por lo que sé, el único caso de discriminación laboral relacionado con IKEA es el que tuvo lugar en Francia en 1999, cuando los sindicatos denunciaron la existencia de un e-mail enviado por una trabajadora de la filial francesa de la compañía, en el que instaba a los directivos de la empresa a no contratar a “personas de color”: IKEA-Francia, aunque fue absuelta penalmente, fue considerada responsable civil del comportamiento de su empleada.

En cuanto al otro dato que me da María, el presunto pasado nazi del fundador de IKEA, Ingvar Kamprad, he sabido que cuando se hizo público -en 1994- que este hombre había acudido en su juventud a mítines nazis, él declaró que ésta es una parte de su existencia que lamenta amargamente, y que había sido el error más grande de su vida. No quiero exculpar a Kamprad de su pasado (no creo que esperéis que defienda a una persona que se dedica al comercio a gran escala), pero hay muchas empresas que se aprovecharon económicamente del régimen nazi, lo que no es el caso del fundador de IKEA, y éste al menos tiene la decencia de avergonzarse de haber sido simpatizante del fascismo. Lo cual es bastante más de lo que ha hecho el ex combatiente de la División Azul, nuestra vergüenza, que desfiló el otro día por la Castellana.

 

4.      4.      Política de empresa

 

En relación a la política de “buen rollito” que practica IKEA, Roberto (no conozco su apellido) me dice que la razón de que la empresa sueca se comporte así es una nueva moda empresarial, la “Responsabilidad Social Corporativa”. Me parece un bonito nombre, y me haría una ilusión bastante amplia que las empresas se sintieran obligadas a responsabilizarse del bienestar social de los países en los que se instalan. El problema, me insinúa mi corresponsal, es que es todo mentira, un lavado de cara como el del Fòrum de Barcelona. No me he caído de un guindo, y si tal se demuestra, no se me caerán los anillos por denunciarlo. Mientras tanto, no soy de las de “cuanto peor, mejor”, siempre que no perdamos de vista que éstos nos pueden salir por peteneras a la mínima oportunidad, y no caigamos en el error de hacernos amiguitos del capital.

 

Y esto es lo que ha dado de sí la correspondencia sobre IKEA. Seguiremos informando.

 

 

Para escribir a la autora: bmartos1969@yahoo.es

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