Que los dioses nos asistan

 

Afirmó Rajoy, refiriéndose a la escandalosa posibilidad de que el Gobierno haya espiado al conseller en cap de la Generalitat catalana, que tal asunto “no es del interés de los españoles”. Sin embargo, parece que sí es ciertamente el interés de los votantes de Esquerra Republicana de Catalunya saber si Carod-Rovira ha tenido intervenidas las líneas telefónicas, y si sus pasos han sido vigilados estrechamente para pillarlo conversando con ETA. Es desde luego del interés del Partido Socialista Obrero Español, como se han encargado sus portavoces de declarar, el hecho de que el Gobierno, al tener conocimiento de la reunión, decidiera permitir que tuviera lugar y guardar tal información en la manga a la espera de soltar la bomba contra el Govern catalán, en lugar de detener a los dirigentes de la banda armada. A mí me interesa, y a bastantes más también, que los militares españoles tengan que rendir cuentas de sus actividades ante las Cámaras de representación popular, y es desde luego mi interés que los que les ordenan hacer las cosas asuman la responsabilidad pública de sus actos.

Así las cosas, ¿no es evidente que esta trama política, de similares características a las del caso Watergate, merece al menos la atención y el interés de cierta parte de la ciudadanía?

Y es que éstos del PP se han acostumbrado tanto a alzarse en portavoces del sentir ciudadano, de nuestras apetencias, intereses, necesidades y valores, que ya no necesitan hacer prospección de nada. Claro, que tampoco parece que reciban la presión popular que ha hecho que los poderosos Gobiernos de Bush y de Blair tengan que andar dando traspiés ante la opinión pública, toreando comisiones de investigación y declaraciones en su desfavor de allegados o ex-colaboradores. José María Aznar se despide durante meses del respetable, con la suficiencia que lo caracteriza, negando que haya necesidad alguna de investigar nada. Que investigue Holmes, que tiene más gracia.

Hagan lo que hagan, digan lo que digan, ganarán las elecciones. Las próximas, al menos.

La única alternativa posible es de lágrima: esa estatua de yeso hueco de Zapatero, cuya única preocupación visible parece ser entonar con convicción la última frase que ha recogido de sus ideólogos de cabecera. Si hablamos de política económica, el ventrílocuo es Miguel Sebastián, un neoliberal recalcitrante, autor del adagio “bajar los impuestos es de izquierdas”. Si es la “idea de España” lo que toca, el trío Bono-Chaves-Ibarra interpretan desde bambalinas su soniquete tercermundista. El frente progre-chuli-guay se encarga de los aderezos modelnos del nebuloso programa socialista. Y así.

De las demás fuerzas políticas prefiero no hablar. Ciertamente, el panorama es para desesperarse.

Algo habrá que hacer. Si en pleno siglo XXI (es un decir), aparecen enfermedades contagiosísimas de medievales nombres (“la gripe del pollo”), y la primera medida que toman los gobiernos encargados de su control es sacrificar a miles de animales, tal vez es que con una hecatombe se pueden domesticar las miasmas perniciosas.

Volvamos a los clásicos: sacrifiquemos a esta fauna política, en sentido figurado. Tomémoslo como una atención ante los dioses, que sin duda están aguardando a que los mortales decidamos acabar con esta peste.

 

 

Para escribir a la autora: bmartos1969@yahoo.es

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